Felipe Cabezas (40 años) tiene dos hijos, pero le gusta decir que tiene tres: Ágata, León y Fénix. El último, realmente, es el nombre su sala de teatro que abrió el 2013 en el barrio del Raval en Barcelona (España). Allí radica hace 17 años, luego de viajar al Viejo Continente tras titularse de la primera generación de la carrera de Actuación de Duoc UC sede Viña del Mar.
El viñamarino comenzó el 2002 sus estudios de teatro del gesto en Barcelona y luego Comedia del Arte en Italia. A partir de ahí empezó una vertiginosa carrera como director, dramaturgo, productor y docente, entre otras actividades que lo han llevado a mostrar su trabajo por diferentes países de Europa.
En mayo estará en el teatro de Duoc UC sede Viña del Mar presentando tres obras, en un ciclo llamado “Detrás de la máscara. Visiones del Viejo Continente”, donde predomina la utilización de máscaras, la especialidad de este chileno que destaca en Europa. El jueves 9 de mayo montará el estreno en Chile de “El Bufón del Rey Lear”, el viernes 10 será el turno de su primera obra “La Última noche del Capitano”, por último, el sábado 11, donde se celebra el Día del Teatro, se presentará con “Houdini, el arte de la fuga”, un espectáculo sin texto que lo llevó incluso a mostrarlo en Corea del Sur.
Dentro del mundo teatral, ¿qué perspectiva diferente ofrece el teatro de máscara?
La máscara tiene la particularidad de ser un elemento teatral clásico y contemporáneo al mismo tiempo. Se nutre del misterio que desprende y de los sentimientos ancestrales que despierta en el espectador. La máscara tiene el poder de potenciar la verdad, haciendo que el actor de máscaras se atreva a decir o hacer cosas que sin ella no sería capaz, funciona como un potenciador de la personalidad, que en vez de ocultar, revela. En este sentido, el teatro actual suele tener tintes políticos o sociales de gran potencia, que develan verdades y atacan con humor a las injusticias.
Como experto en comedia del arte, ¿qué crees que diría Shakespeare o Molière de la actual sociedad hiperconectada?
Creo que estarían totalmente entusiasmados con las redes sociales. No me extrañaría incluso que fueran influencers o generadores de opinión. Shakespeare y Molière eran unos adelantados de su época, hiperactivos, dinámicos, comunicativos, entusiastas, creativos… No creo que si vivieran en esta época darían la espalda a estas aplicaciones. Más bien, las usarían a su favor y serían los amos. Y no por eso menos genios. Por otro lado, creo que les desanimaría bastante comprobar que la sociedad no ha cambiado mucho, y que las luchas de poder que denunciaba uno, o la estupidez humana que retrataba el otro, no han cambiado mucho en estos últimos 400 años.
Has comentado que las obras hay que adaptarlas a la actualidad, tal como la comedia del arte evolucionaba en el Renacimiento. En ese sentido, ¿qué elementos de la actualidad incorporas en tus obras?
La principal dificultad con la que se encuentra el teatro clásico en la actualidad es la impaciencia del público contemporáneo, acostumbrado al multitasking (multitareas) y a la absorción de mucha información en breves dosis. Por eso, en mis trabajos intento renovar los recursos escénicos cada cierto tiempo, para dar dinamismo a la narración y evitar los largos tramos de una misma escena, alternando entre tragedia y comedia constantemente, combinando técnicas teatrales diversas y lenguajes lúdicos y visuales. Mientras más joven es el público objetivo, existe más necesidad de dinamismo.
¿Cuál es tu análisis de la situación actual del teatro en Chile?
No puedo dar una visión del teatro actual porque hace muchos años que no voy. Sólo tengo impresiones de mi último año ahí (2015) y en aquel momento todo me pareció muy triste: poco teatro, poca gente en estos teatros y lo que es peor, poca gente de la misma profesión asistiendo a ver las obras. Yo me fui de Chile con 22 años y solo tengo a Barcelona como referencia a nivel profesional. Una ciudad con 1.8 millones de habitantes, con más de 50 salas de teatro profesional (más el off) y con alrededor de 100 espectáculos semanales (1500 espectáculos por temporada en Cataluña). Intentar comparar esto con Viña o Valparaíso es injusto incluso, pero si lo intentas comparar con Buenos Aires la comparación es más cruel aún.
¿Qué opinas en relación a que Duoc UC esté potenciando este espacio con la apertura de su Teatro en la sede Viña del Mar?
Es interesante la explotación de este espacio, que tiene posibilidades técnicas de alto nivel, con una capacidad de público muy buena, con equipos técnicos de primer nivel y con un escenario para espectáculos de pequeño y mediano formato. En definitiva, un espacio excelente, que debería estar siempre lleno, primero por todos los alumnos y ex-alumnos, que están obligados moralmente a hacer comunidad y potenciar entre ellos el espacio.
¿Cómo has llegado a posicionarte en una ciudad como Barcelona y a tener tu propio espacio? ¿Qué hay detrás de todo este gran proyecto?
Sala Fènix (www.salafenix.com) es un proyecto conjunto con Isabella Pintani, arquitecta de profesión y productora teatral de oficio. Trabajamos muy duro para mantener abierta la sala, y realizamos labores que corresponderían a un equipo de 8 personas por lo menos. Ambos compartimos la cultura del trabajo, del esfuerzo y de la constancia. Todos valores fundamentales en el mundo teatral. No ha sido fácil, pero creo que estamos en la mejor etapa de la sala. Yo personalmente, acabo de cumplir 40 años y me siento como si hubiese plantado un árbol, y que éste ya hubiese crecido lo suficiente como para dar sombra.
Todas las obras de Ciclo Teatral de Otoño se realizarán a las 19:00 horas y la entrada será liberada, previo retiro de la misma el día anterior a cada función, en la boletería del Teatro de la sede Viña del Mar (Álvarez 2366, Chorrillos), en dos horarios, de 10:00 a 12:00 y 16:00 a 18:00 horas. Más información en la página de Facebook de Duoc UC sede Viña del Mar.