Puestos de vigilancia aumentaron su metraje, lo que viene a entregar mayor confort a los funcionarios centinelas.
A pocos días de que cumpla 19 años de vida, el Complejo Penitenciario de Valparaíso muestra las inevitables consecuencias del paso del tiempo. El deterioro en alguna de las dependencias se puede apreciar, por ejemplo, en dos de sus puestos de vigilancia, las que fueron reemplazas y desmanteladas.
A diferencia de las restantes garitas del establecimiento penitenciario porteño éstas fueron construidas con fierro lo que las expuso a las condiciones climáticas propias del sector en que se emplaza la unidad. El estado de las mismas fue informado el año pasado a la dirección regional de Gendarmería por el ex jefe del Complejo, comandante Rubén Pérez.
Una vez recibido el informe del comandante, el coronel Eduardo Muñoz Bravo, director regional de la Institución, inició las gestiones para conseguir los recursos que hicieran posible la construcción de nuevas garitas. Fue así como durante la segunda quincena del pasado mes de diciembre se iniciaron las obras que contemplaron una inversión de $72.781.022.
La calidad de las nuevas instalaciones y el trabajo conjunto que permitió la concreción del proyecto fue destacado por el coronel Muñoz.
“Desde el año pasado se advirtió, por parte de la jefatura del Complejo, una situación de deterioro evidente de algunas garitas, esto dado los años de uso de éstas. Se levantaron los proyectos por parte del equipo de infraestructura regional, se hicieron las gestiones, y gracias a los buenos oficios de la subdirección operativa se lograron traer recursos para la reparación de dos, las que cuentan con estándares bastantes sofisticados y adelantados para lo que nosotros conocemos en el sistema penitenciario”.
Consultado respecto a los beneficios de contar con estos nuevos puestos de vigilancia, el director regional sostuvo que: “Hay un equilibrio entre lo que nos corresponde resguardar, que es la seguridad perimetral del establecimiento y que es fundamental dentro de la función penitenciaria, pero también mejorar las condiciones de los propios jóvenes gendarmes que realizan esta tan delicada función”.
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Las antiguas garitas tenían una superficie de 12,15 metros cuadrados, mientras que las actuales alcanzan a los 17,75. Además, poseen nuevos lavamanos y urinarios, aleros de protección, ventanas de policarbonato de alto impacto, etc.