Mujeres privadas de libertad están terminando su primer mosaico y ya proyectan otros dos en la unidad femenina.
Los patios de cada uno de los módulos o colectivos de las unidades penales del país se caracterizan por ser monocromáticos. Sin embargo, un grupo de internas del Centro de Detención Preventiva (CDP) de Quillota se propusieron inundar de vida y color estos espacios en los que pasan parte importante del tiempo.
Retazos de cerámicas y mucha imaginación han sido las principales herramientas de las seis mujeres condenadas que, previa autorización de Gendarmería, comenzaron a construir un mosaico en el patio de las condenadas. Luego de aproximadamente dos meses, las mujeres ya se encuentran terminado la primera de lo que esperan sean tres obras.
El jefe (s) del CDP quillotano, mayor Cristian Oviedo, destacó que como Institución “siempre estamos por apoyar este tipo de iniciativas que busquen la reinserción social de nuestra población penal Por lo mismo es que, una vez realizada la solicitud por parte de las internas, el área técnica, por medio de la asistente social Lesli Estay, comenzó a efectuar distintas gestiones y consiguió que un diseñador de la Casa de la Juventud municipal les colaborara en el diseño del mural y otra funcionaria municipal realizara clases de mosaico a todo el equipo”.
La colaboración del dibujante fue uno de los primeros pasos que permitió a las mujeres privadas de libertad materializar la idea que se habían propuesto: cambiarle la cara a los muros de la unidad que hoy las acoge.
Jacqueline Araya es una de las integrantes del grupo. Ansiosa por poder terminar las obras antes que recobre su libertad, confiesa que: “Queremos darle vida a este lugar y que un niño entre y ya no vea puras rejas, que vea algo lindo, porque los niños vienen a ver a sus madres aquí. Es darle vida a este lugar, tratar de hacerlo más grato, si acá estamos todo el día. Personalmente esto me ha servido bastante porque he pasado días gratos, ha sido una terapia muy buena. Espero terminar mi condena terminando todos los murales. Esto es lo mejor que me ha pasado acá”.
Consultada respecto a la forma en que han logrado conseguir los recursos necesarios para elaborar el mosaico, Jacqueline resalta el apoyo de las pastoras evangélicas que dos veces a la semana llegan a la unidad.
“Todo esto solo ha sido misericordia de la gente, porque acá no tenemos recursos para comprar las cosas que necesitamos. Las hermanas evangélicas han sido las que nos han ayudado bastante. Las hermanas han llegado con baldes con cerámica”.
La mujer, que saldrá en libertad en siete meses más, aprovechó para hacer un llamado a la comunidad para que las ayuden a cumplir el sueño de continuar llenando de color los muros de la cárcel. La próxima obra será una animación de Los Pitufos y para ello necesitarán más cerámicas. Si desea ayudar en esta cruzada solo debe acercarse hasta el establecimiento penitenciario, ubicado en calle Chacabuco 999 y entregar su donación.