Un grupo de 15 hombres y seis mujeres privados de libertad trabajan de lunes a viernes creando barbijos para una empresa que abastece de estos implementos a funcionarios de la salud que trabajan en la región metropolitana. Hasta mediados de la pasada semana eran más de 34.000 las mascarillas que ya habían sido entregadas al privado.
Los trabajos se desarrollan de lunes a viernes en el taller de confección y costura existente en las dependencias de la población masculina y en una sala de clases de la unidad que alberga a las mujeres, la cual fue adaptada especialmente para estas tareas.
El teniente coronel Mario Contreras, jefe del CDP de Quillota, sostuvo que: “A la fecha hemos confeccionado 34.000 mascarillas. Nosotros tenemos un acuerdo en el que, aparte de remunerar a los internos en esta confección, él (el empresario) nos proporciona un stock suficiente para poder distribuir entre los internos y el personal, lo que nos ayuda en el combate de esta pandemia”.
La cifra entregada por el jefe de unidad corresponde a lo elaborado hasta el jueves de la pasada semana, por lo que se espera que durante esta semana se superen las 40.000 unidades.
Por su parte el seremi de Justicia y Derechos Humanos, José Tomás Bartolucci, destacó que: “En estos tiempos extraordinarios, tomar las oportunidades para contribuir al control de la epidemia, y al mismo tiempo a la reinserción y bienestar de las personas privadas de libertad a cargo de Gendarmería, nos parece un ejemplo digno de destacar. Agradecemos a las y los funcionarios de Gendarmería y a aquellas internas e internos que hacen posible se realice esta noble labor desde la unidad penitenciaria de Quillota”.
Bárbara Ledesma es una de las seis mujeres que trabaja en el taller creado en la sección femenina. Allí pasa gran parte del día junto a sus compañeras concentrada en la fabricación de estos artículos de protección. Para ella se trata de una oportunidad de ayudar en el combate de la pandemia.
“El trabajo de nosotras es confeccionar mascarillas. Tenemos que doblarlas, cocerlas, cortar las hilachas y embalarlas en las cajas. Nos sirve para obtener un poco de plata extra para nosotras y así ayudamos a nuestras familias. Nos sentimos, de alguna forma, como un aporte para la sociedad y sobre todo para los hospitales, donde son súper necesarias estas cosas. Nos sentimos un aporte y eso igual es bueno para nosotras”.
A estos barbijos que quedan para la población penal y funcionarios se suman las creadas en el Centro de Educación y Trabajo La Pólvora, en Valparaíso y que ya fueron repartidos entre todo el personal civil y uniformado de la región.