Siempre aquel que esté bien querrá conservar el estado actual de las cosas, mientras que aquel que quiera cambiarlas, se encontrará con la enconada oposición de los primeros, y la aquiescencia de aquellos a quienes los cambios favorecerán, porque aún no conocen los beneficios que estos le traerán.
Resulta obvio entonces que quienes habiten Valparaíso o Viña del Mar, y que rigen los destinos de todos los que vivimos en el interior, estén en completo desacuerdo con la creación de la Región de Aconcagua. Un poco más extraño es que quienes habitan en esta zona se muestren en contra de lograr este propósito.
Quienes se oponen, desconocen que esta zona es una conformación territorial que se da de manera absolutamente natural y espontánea. Que no es una agrupación ficticiamente diseñada desde el estado central, como sí lo son las regiones, que obedecieron en su creación a criterios más bien geopolíticos en un contexto de seguridad nacional, en fin, que antes de la llegada de los españoles ya era un asentamiento picunche, gobernado por Michimalonco y más tarde, fue una de la primeras provincias en crearse cuando se organizó la República entre los años 1825 y 1826. Que en las revoluciones de 1849 y 1851, dirigidas básicamente contra el exacerbado centralismo santiaguino, las provincias de Petorca, y sobre todo San Felipe fueron protagonistas.
Aconcagua, hasta la década de 1970, salvo pequeñas excepciones, siempre se mantuvo agrupada en torno a sus propias particularidades geográficas, idiosincráticas, productivas y culturales. Es decir, nuestra zona, ya se llame Provincia, Región, no artificial e impuesta como los es la antigua Quinta región, hoy paradójicamente denomina, Región de Valparaíso.
Es cierto, no somos el patio trasero de la Región. Cómo hemos de serlo, si aquí comenzó nuestra independencia, es la puerta de entrada a Chile desde Argentina, tiene una riqueza extraordinaria, desde la agricultura a la minería, contando nada menos que con el yacimiento de cobre más grande del mundo, si, así como lo lee, el yacimiento de cobre más grande del mundo y de mejor ley, se encuentra en esta zona de la Cordillera de Los Andes. Sin embargo, no siendo el patio trasero, ha sido tratado como tal.
Sufriendo todo el impacto ambiental que genera la explotación minera, lo que se queda en nuestras provincias es absolutamente marginal a lo que produce.
Teniendo uno de los mejores climas y mejores suelos, la utilización del recurso agua se orienta principalmente hacia la denominada tercera sección del rio Aconcagua.
Aportando el grueso del PIB Regional, las obras públicas se construyen y concentran en las zonas costeras, lo mismo las universidades y centros de estudios, los mejores Hospitales también.
No tenemos sala de Cortes de Apelaciones, dificultando al máximo el derecho fundamental constitucionalmente garantizado a la Segunda instancia, las decisiones de gobierno regional se definen todas en Valparaíso, tenemos menos consejeros regionales, los trámites que realizan nuestros transportistas se burocratizan al máximo en seremi de transporte en Valparaíso, lo mismo las inscripciones ante bienes nacionales, los subsidios habitacionales, en fin, casi no existen servicios públicos descentralizados en nuestro Aconcagua.
Todo esto sin considerar la dificultad que nos arroja la actual ley electoral, que dificulta elegir representantes parlamentarios genuinamente de la zona, y que defiendan con pasión los intereses del Aconcagua, sin contar, además, que el próximo gobernador o gobernadora regional será elegido, concentrándose la mayor cantidad de electorado regional en las otras provincias. En otras palabras, no se ve promisorio tampoco nuestro futuro.
El año 2013 se conformó la Asociación de Municipalidades de Aconcagua, su principal objetivo es la creación de la Región. Hoy, a partir de los estudios de factibilidad elaborados durante cuatro años por la subsecretaria regional de desarrollo, nos hemos propuesto profundizar nuestra discusión y cumplir nuestro propósito.
Como organización, estamos elaborando un calendario de actividades para socializar y argumentar seriamente nuestras posiciones y demandas.
Toda la comunidad aconcagüina, sin importar colores políticos, credos religiosos, debe hacerse parte activa en la concreción de este objetivo, esto no tiene que ver con gobiernos de turno, es algo que tiene que ver con el Estado de Chile.
Los medios de comunicación, los movimientos sociales, el mundo académico, los historiadores locales, agricultores, mineros, y todos los sectores productivos, deben involucrase de manera activa y real en este desafío, que va más allá de una consigna, sino que es una aspiración legítima para traer desarrollo, equidad y mejores oportunidades para nuestra gente, que somos nosotros mismos, y que ya agotados de ofertas electorales ocasionales, y de falta de soluciones reales, hemos dicho basta.
Porque todos y todas somos Aconcagua. Aconcagua Región.