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Virus respiratorios: ¿qué hacer si mi hijo tiene fiebre?

 

Debido a que los más pequeños no saben hablar, o bien, no tienen los medios para expresar cuál es su malestar, realizar un diagnóstico certero puede resultar  difícil. Por eso, tomar la temperatura de forma  correcta, es vital.

 

Según explicó el pediatra de Clínica RedSalud Santiago, Dr. Eduardo Jerez, en niños se considera un cuadro febril “cuando hay más de 37.5 grados, tomando la temperatura en el recto o la boca, o bien si hay más de 37 grados, si se evalúa en la axila. Es importante señalar que, en niños muy pequeños, en ambientes altamente temperados o con mucho abrigo, la temperatura alta puede no corresponder al concepto de fiebre”.

 

En relación a lo que representa la fiebre como signo de alarma, el especialista aconseja subdividir los grupos por edad: en menores de 3 meses, cualquier nivel de fiebre sostenida puede ser peligrosa, mientras que, en niños mayores, se debe consultar al médico si ésta se acompaña de síntomas asociados como rechazo de la alimentación o decaimiento importantes, diarrea, vómitos, dificultad respiratoria, entre otros.

 

“Cuando hay fiebre aislada, se recomienda que los padres intenten bajarla. Si la temperatura se mantiene durante 48 horas o más, entonces si conviene consultar. Es importante considerar que la fiebre es un signo que puede representar una infección  viral o bacteriana.  Por eso, en caso de un contexto de mayor gravedad no es prudente  esperar esas 48 horas y se debe consultar de inmediato con un especialista”, advirtió Jerez.

 

Según el experto, para tratar la fiebre, los padres pueden recurrir a antipiréticos que están en el mercado, aunque, un buen consejo,  es  consultar con el pediatra, en los controles sanos, los medicamentos adecuados y sus dosis en caso  de enfrentar esta  contingencia.

 

“Los medicamentos vienen en distintas presentaciones, por lo que es recomendable, por ejemplo, las gotas para lactantes menores de 2 años, jarabe para los preescolares y tabletas pediátricas para niños mayores de 5 a 6 años”, explicó el doctor de Clínica RedSalud Santiago.

 

Uso del termómetro

 

Otro de los puntos clave es la forma correcta en que se debe medir la temperatura y las distintas   zonas de control presentan  pro y contras.

 

La boca no es muy recomendable por cuestiones de higiene o porque el niño pequeño podría morder el termómetro. La zona rectal es de alta confiabilidad, pero a veces la sensibilidad del niño lo impide. “La  axila resulta ser una zona confiable e higiénica, pero   requiere mayor  tiempo para tomar la temperatura”, advirtió el especialista.

 

¿Cuál es la mejor, entonces? Otra vez -sugiere Jerez- hay que segmentar. Así, en recién nacidos y en lactantes  hasta los dos años,  la zona rectal  resulta adecuada y  por un tiempo aproximado de  un minuto. “En niños mayores de 2 años  es adecuado tomar  la temperatura en la axila, aunque la recomendación es de esperar unos 3 minutos”.

 

Los termómetros de uso en el oído o incluso en forma de “parche” sobre la piel, por ejemplo, en la frente, son menos invasivos y útiles como una referencia general. Sin embargo, la mejor confirmación es el método tradicional mencionado antes. “Si a los padres les quedan dudas, la recomendación es resetear el termómetro y  volver a probar otros tres minutos más”, finalizó.

 

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